El último Africa Cyberthreat Assessment Report de INTERPOL, elaborado junto a AFRIPOL y 43 países africanos, confirma que el cibercrimen avanza rápidamente en el continente, impulsado por la expansión digital y una creciente exposición tecnológica. Estafas en línea, ransomware, fraude por correo empresarial (BEC) y sextorsión digital figuran como las amenazas más extendidas, con impacto directo en sectores críticos como banca, telecomunicaciones, energía o administraciones públicas.
En regiones como África occidental y oriental, el cibercrimen ya representa más del 30 % de los delitos reportados. Las estafas basadas en phishing y manipulación emocional, como las romance scams, siguen creciendo, ahora apoyadas por técnicas de inteligencia artificial y campañas cada vez más dirigidas. La suplantación de identidad, el uso de deepfakes y la venta de servicios Cybercrime-as-a-Service están profesionalizando el fraude digital.
El ransomware también se consolida como una amenaza crítica, con ataques a infraestructuras públicas y privadas en países como Sudáfrica, Egipto, Nigeria o Namibia. Casos como el ataque al fondo de pensiones sudafricano (GEPF) o a Telecom Namibia muestran cómo estos incidentes ya afectan a millones de ciudadanos y generan pérdidas millonarias.
INTERPOL advierte: África necesita reforzar sus defensas ante un cibercrimen cada vez más complejo
A pesar de ello, los países africanos aún enfrentan graves limitaciones estructurales: marcos normativos desactualizados, escasez de unidades especializadas, herramientas forenses limitadas y baja cooperación internacional. Solo el 30 % dispone de sistemas de reporte de incidentes, y menos del 20 % cuenta con bases de inteligencia cibernética actualizadas.
No obstante, el informe también destaca progresos: reformas legislativas en países como Túnez, Nigeria o Burkina Faso, nuevas unidades de cibercrimen, más cooperación público-privada y un creciente compromiso institucional. INTERPOL y AFRIPOL subrayan la urgencia de consolidar marcos de colaboración regional, reforzar las capacidades nacionales y adaptar las estrategias a un escenario de amenazas cada vez más automatizado, global y transfronterizo.