En el actual contexto de tensión geopolítica y acelerada transformación digital, la ciberseguridad ha dejado de ser una cuestión meramente técnica para convertirse en un asunto de soberanía. La guerra en Ucrania, los ciberataques contra infraestructuras críticas, las campañas de desinformación y el espionaje económico evidencian que el control de la tecnología, y muy especialmente de la seguridad digital, es hoy una cuestión de Estado.
Europa ha avanzado de forma significativa en protección de datos y en el desarrollo de un marco regulatorio sólido. No obstante, aún mantiene una preocupante dependencia de fabricantes tecnológicos extranjeros, muchos de ellos con vínculos estrechos con gobiernos no europeos. Este hecho no solo plantea riesgos técnicos, sino también implicaciones políticas profundas.
En este sentido, la Comisión Europea ha reiterado recientemente la necesidad de limitar la presencia de proveedores de “alto riesgo” en infraestructuras críticas de telecomunicaciones. Países como Alemania y Dinamarca han anunciado planes para reducir progresivamente la participación de Huawei y ZTE en sus redes 5G, mientras que España sigue evaluando su grado de dependencia tecnológica en este ámbito. Estas decisiones reflejan un cambio de rumbo claro en Europa: no se trata únicamente de elegir al proveedor más competitivo, sino de garantizar que las infraestructuras esenciales no estén condicionadas por intereses estratégicos ajenos a la Unión.
Ciberseguridad, una cuestión de Estado
Frente a este panorama, resulta urgente reforzar la industria europea de ciberseguridad. No se trata de cerrarse al mundo ni de renunciar a la cooperación internacional, sino de asegurar que Europa —y cada uno de sus Estados miembros— pueda proteger sus activos estratégicos con tecnologías propias, desarrolladas bajo sus propios principios y al margen de presiones externas.
España no puede ni debe quedarse al margen de este esfuerzo. Contamos con talento, capacidades industriales y experiencia acumulada para diseñar y fabricar soluciones de ciberseguridad de primer nivel en nuestro propio territorio. Hacerlo no solo es posible sino necesario, especialmente en un entorno donde la respuesta a una amenaza digital debe ser inmediata, eficaz y autónoma.
Apostar por soluciones desarrolladas y mantenidas dentro del país permite una adaptación más ágil al contexto nacional, una mayor cercanía con los usuarios y un control más riguroso sobre los procesos críticos. Esta soberanía digital es hoy tan relevante como lo fue en su momento la soberanía energética o alimentaria. No podemos depender de terceros cuando se trata de proteger nuestra información, nuestra infraestructura y nuestra democracia.
Desde Teldat, llevamos años comprometidos con esta visión. Desarrollamos nuestras soluciones de ciberseguridad con equipos de I+D basados en España y bajo los estándares de certificación más exigentes de la Unión Europea. Sin embargo, lo que hoy es una excepción debería convertirse en una política generalizada. No habrá verdadera soberanía digital si no apostamos decididamente por una industria nacional sólida, independiente y alineada con los intereses estratégicos de nuestro país.
La ciberseguridad no puede seguir tratándose como un simple producto que se compra al mejor postor. Es, ante todo, una garantía de autonomía, de confianza y de estabilidad. Por ello, debe ocupar un lugar prioritario en la agenda política, económica e industrial tanto a nivel nacional como europeo. Apostar por fabricar ciberseguridad en España no es únicamente una oportunidad para impulsar nuestra economía y retener talento: es una decisión de país.
Antonio García, CEO de Teldat
















