La inteligencia artificial agéntica —aquella que opera a través de agentes autónomos diseñados para interactuar con usuarios, aplicaciones y datos empresariales— está ganando terreno en el entorno corporativo. Su potencial para automatizar tareas, aumentar la productividad y transformar procesos es indiscutible. Sin embargo, su integración acelerada también trae consigo nuevos vectores de riesgo que no siempre son evidentes a primera vista.
Desde CyberArk alertan sobre cinco amenazas clave que pueden surgir con la adopción de este tipo de inteligencia artificial:
- Incremento del riesgo en estaciones de trabajo y usuarios. Los agentes de IA se están incorporando directamente en navegadores, plataformas SaaS y estaciones de trabajo, facilitando que cualquier usuario pueda gestionar tareas complejas o incluso dirigir equipos virtuales. Esta nueva capacidad multiplica la productividad, pero también amplifica los riesgos de seguridad, ya que un uso intensivo o inadecuado puede abrir la puerta a amenazas internas y externas.
- Agentes de IA en la sombra. La facilidad con la que se pueden desplegar agentes de IA hace posible que equipos técnicos o de desarrollo los implementen sin pasar por los controles habituales de TI. Estos agentes no autorizados —conocidos como “agentes en la sombra”— operan sin supervisión, lo que supone un riesgo potencial al interactuar con entornos críticos o datos sensibles.
- El nuevo perfil del desarrollador: más autonomía, más riesgo. Con la ayuda de la IA generativa, los desarrolladores actúan como verdaderos equipos completos, capaces de gestionar todo el ciclo de vida de una aplicación. Este aumento de capacidad lleva aparejado un incremento de privilegios, convirtiendo a estos perfiles en objetivos prioritarios. Si su identidad es comprometida, el impacto para la organización puede ser significativo.
- Supervisión humana: imprescindible, pero vulnerable. Aunque los humanos deben seguir en el circuito para validar decisiones, entrenar modelos y garantizar el correcto funcionamiento de los agentes, su rol también puede representar un punto débil en la cadena de seguridad. La intervención humana, necesaria para el control, puede ser explotada como vector de ataque si no se gestiona con las debidas precauciones.
- Crecimiento exponencial de identidades de máquina. Según proyecciones como las compartidas por el CEO de NVIDIA, Jensen Huang, podríamos estar entrando en una era en la que cada departamento gestione millones de agentes de IA. Este enfoque, que divide las tareas entre múltiples agentes especializados, plantea un reto sin precedentes en cuanto a la gestión y protección de las identidades de máquina, que ya superan con creces a las humanas en muchos entornos.
La seguridad en entornos con IA agéntica requiere medidas específicas. Las organizaciones deben implementar controles estrictos: autenticación robusta, gestión de accesos just-in-time (JIT), limitación de privilegios y una auditoría detallada de todas las sesiones. El objetivo debe ser claro: asegurar que cada acción esté vinculada a una identidad trazable y que los agentes actúen siempre dentro de un marco controlado y conforme a la normativa vigente.
Un futuro prometedor… si se gestiona con responsabilidad
La inteligencia artificial agéntica promete transformar la forma en que las empresas operan, ofreciendo una eficiencia sin precedentes en múltiples áreas: desde la atención al cliente hasta el desarrollo de software, pasando por la gestión de procesos internos. Sin embargo, este potencial solo se materializará de forma sostenible si las organizaciones abordan desde el inicio los riesgos asociados a su implementación.
La experiencia demuestra que, cuando una tecnología se adopta de forma acelerada, la seguridad suele quedarse atrás. En el caso de los agentes de IA, esta brecha puede ser especialmente crítica: hablamos de sistemas autónomos con capacidad de acción y decisión, que operan sobre datos sensibles y recursos corporativos. El reto no es solo técnico, sino estratégico: integrar la IA agéntica con una visión de seguridad por diseño, donde cada identidad —humana o de máquina— esté protegida, cada acceso sea justificado, y cada acción, trazable.
En definitiva, avanzar hacia una empresa más inteligente no debe significar asumir más riesgos, sino gestionarlos de forma proactiva. Identificar y prevenir estos cinco puntos ciegos será clave para que la IA agéntica evolucione como una aliada —y no como una amenaza— para la resiliencia digital de las organizaciones.