En el ámbito de la ciberseguridad, uno de los ataques más peligrosos y difíciles de detectar es el llamado Lateral Movement o movimiento lateral. Así lo asegura CiberSafety en su blog en el que explica que esta técnica consiste en que, una vez que un atacante logra acceder a un dispositivo o cuenta dentro de una red, se desplaza sigilosamente a otros sistemas con el fin de ampliar su control, robar información sensible o preparar un ataque más grave.
El Lateral Movement se ha convertido en una fase clave en muchos ciberataques modernos, ya que permite a los delincuentes permanecer ocultos durante semanas o incluso meses dentro de la infraestructura tecnológica de la empresa. De esta forma, pueden moverse sin ser detectados, lo que dificulta enormemente la respuesta de los equipos de seguridad.
Para lograr esto, los atacantes utilizan diversas técnicas como el robo de credenciales, la explotación de vulnerabilidades en servicios internos, o el uso de herramientas legítimas del sistema como PowerShell o Remote Desktop Protocol (RDP). Estas estrategias les permiten escalar privilegios y comprometer sistemas críticos, aumentando el daño potencial.
Algunos ataques de alto perfil han empleado el movimiento lateral para extenderse en redes corporativas y gubernamentales, facilitando robos masivos de datos o la instalación de ransomware que paraliza la actividad de una organización completa. Sectores como la energía, la salud o las telecomunicaciones son especialmente vulnerables debido al valor estratégico de su información.
Detectar este tipo de ataques es complejo, ya que los ciberdelincuentes aprovechan métodos que parecen actividad normal dentro de la red. No obstante, una monitorización continua, junto con la segmentación de la red y la implementación de controles como la autenticación multifactor, son herramientas clave para frenar el movimiento lateral y proteger la infraestructura.