La confidencialidad de los datos de los pacientes está en peligro. De hecho, en el año 2021, el sector sanitario español se posicionó en el tercer escalón del podio de los más atacados. ¿Por qué? La realidad es que ya no es un secreto que la industria sanitaria gestiona datos altamente sensibles como historiales médicos, tratamientos, diagnósticos, entre otros. Para sacar el máximo beneficio, los ciberdelincuentes utilizan el ransomware para infligir el mayor daño posible. De esta manera, consiguen cifrar los archivos de los ordenadores para dejarlos inoperativos y solicitar un rescate para liberar unos datos que emplean para chantajear incluso a las víctimas.
Por eso en este momento el reto de la ciberseguridad en el entorno sanitario es enorme. Si echamos la vista atrás y nos apoyamos en los datos que aporta el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), fueron más de 500 instituciones sanitarias españolas las que notificaron incidentes o vulnerabilidad en 2022. Estadísticas como estas reflejan un aumento de ciberataques al sector sanitario de cerca del 50%.
Por si esto fuera poco, unas cifras del Centro Criptológico Nacional (CNN), adscrito al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), revelaron 38 incidentes de ciberseguridad en la sanidad pública española con un índice “muy alto” de peligrosidad en la primera mitad del pasado año. Mediante estas ofensivas, los ciberatacantes alcanzan a centros de salud, laboratorios, hospitales o empresas farmacéuticas, que ven denegado su servicio y su capacidad de actuación (a la vez que pierden cantidades ingentes de dinero). Los delincuentes no discriminan entre sectores, pero sí parece que la atención médica acapara gran parte de sus objetivos. Y el precio que acaban pagando las instituciones tiende a ser muy elevado, tanto a nivel económico como, sobre todo, reputacional. Por ello, los resultados de un ataque exitoso, la interrupción de las operaciones, el quebrantamiento de la privacidad y la seguridad del paciente, la erosión de su confianza y reputación pueden tener consecuencias sustanciales.
Lamentablemente, no hay una fórmula secreta que pueda aplacar al 100% los riesgos. Sin embargo, para cada sistema sanitario, existe una combinación de personas, procesos y tecnologías que se deben implementar para que una gobernanza adecuada y los esfuerzos por mitigar los riesgos se alineen con los resultados comerciales que persigue la organización.
La escasa visibilidad, comunicación y coordinación entre las partes interesadas en seguridad, biomédicas, de ingeniería clínica y empresariales crea brechas que convierten en casi un imposible la mitigación de los riesgos. Una vez que cada equipo identifique y comprenda estas brechas, podrá asegurarse de que todo funciona correctamente. Es imprescindible comenzar estableciendo una “fuente única de confianza” para su entorno, una que proporcione un lenguaje común y una comprensión que pueda ayudar a superar las desconexiones y divisiones operativas. Un único sistema de registro puede ayudar a todos, desde la ciberseguridad hasta la biomedicina, a ver lo que está sucediendo en las redes clínicas y tomar decisiones efectivas que mejoren las operaciones y la atención de la organización.
Por ello, herramientas como Medigate by Claroty permiten a las organizaciones comprender lo que hay en sus redes clínicas y lo que estos dispositivos, incluidos los dispositivos médicos conectados y otros dispositivos de Internet de las Cosas Extendido (XIoT), están haciendo (y si debieran o no hacerlo). A nivel granular, las HDO deben conocer los dispositivos con los que están tratando. De esta forma, las partes interesadas podrán establecer colectivamente marcos operativos y de seguridad para su entorno clínico online. Para lograr un entorno sanitario ciberseguro, es interesante tener en cuenta una seria de factores.
- Riesgos del dispositivo: dentro de su contexto, debe evaluarse la probabilidad de que una amenaza explote una vulnerabilidad determinada y la gravedad del impacto. Esto requiere una combinación de ciberseguridad y experiencia clínica para identificar con precisión si un dispositivo es tolerable (e incluso necesario) o, por el contrario, es un riesgo para el sistema de salud conectado.
- Gestión de vulnerabilidades: los sistemas de salud deben gestionar adecuadamente las vulnerabilidades para garantizar que actividades como el escaneo y la gestión de parches se puedan llevar a cabo rápidamente y sin riesgo para los protocolos de atención al paciente. De lo contrario cualquier usuario conectado a la red podría suponer una gran problemática a nivel institución.
- Recomendación de remedios y mitigaciones apropiadas: considerar acciones dentro de su contexto clínico permite a estas organizaciones aplicar políticas y estrategias de reducción de riesgos, a través de puntos de control basados en la red que pueden prevenir la propagación de ataques y minimizar posibles impactos de estos.
- Ciberhigiene clínica: los sistemas de salud deben evaluar y gestionar de manera permanente los riesgos de ciberseguridad que los dispositivos XIoT conectados, médicos y otros dispositivos XIoT no administrados introducen en la red clínica. Las brechas deben identificarse y cerrarse continuamente para que el sistema de salud siga siendo seguro.
- Prestar atención a las clínicas: cada vez más sistemas de salud inteligentes conectados están construyendo o asociándose con centros más pequeños para brindar servicios especializados, atención urgente e incluso primaria dentro de los vecindarios de los pacientes. Todos los tipos de sistemas de salud deben garantizar que se aplique el mismo rigor en todas sus instalaciones y ecosistema para que sus operaciones y la atención al paciente sigan funcionando correctamente.
- Poner en práctica los programas de gestión de riesgos: cada vez son más los dispositivos que se compran y conectan a la red. Surgen nuevas vulnerabilidades y los actores de amenaza sufren una metamorfosis permanente. Los sistemas de salud deben identificar herramientas y servicios que puedan ayudar a automatizar y poner en práctica las actividades de gestión de riesgos en curso.
Es cierto que no existe una fórmula mágica, ya que los ciberdelincuentes conocen más el entorno, pero seguir consejos como estos permitirá disfrutar de un panorama menos expuesto a las amenazas, más preparado y con una mayor capacidad para gestionar todo tipo de vulnerabilidades, salvaguardando la confidencialidad de los datos. Por tanto, al poner el foco en los riesgos para cerrar las brechas y desarrollar programas de gestión de riesgos, los sistemas sanitarios podrán automatizar tareas y abordar de la mejor manera posible el reto de la ciberseguridad que nos dibuja el futuro.
José Antonio Sánchez Ahumada, Sales Director Iberia de Claroty