Las infraestructuras de IoT y cloud se han convertido en los cimientos de la innovación moderna. A medida que el internet de las cosas evoluciona, se entrelaza con arquitecturas de nube hibrida, donde las APIs son el eje central que permite la comunicación entre dispositivos y sistemas, pero también se convierten en vectores de ataque.
La integración de estas tecnologías, aunque transformadora, introduce vulnerabilidades ocultas difíciles de procesar en su totalidad. Las configuraciones erróneas, que van más allá de ser simples fallos técnicos, amplifican los riesgos sistémicos y generan fallos en cascada dentro del ecosistema digital, con fuerte impacto en los costes. Según el informe de Verizon sobre filtraciones de datos, el error humano es responsable del 82% de estas brechas, lo que subraya la urgencia de abordar estos problemas en los ecosistemas IoT-nube.
IoT: una superficie de ataque en constante expansión
Estos dispositivos suelen lanzarse al mercado con una seguridad mínima debido a la presión del tiempo y a limitaciones presupuestarias. Entre los errores más comunes están las credenciales predeterminadas, los puertos abiertos y la falta de actualizaciones. Estos problemas se agravan con configuraciones profundas, como brokers MQTT inseguros, que permiten accesos no autorizados y filtraciones de datos.
Las credenciales predeterminadas son un problema principal, ya que muchos dispositivos IoT se entregan con nombres de usuario y contraseñas estándar que los usuarios rara vez cambian. Además, los fabricantes suelen dar poca prioridad a las actualizaciones de firmware, dejando sin resolver vulnerabilidades conocidas. Por último, su visibilidad limitada dentro de las redes dificulta su monitorización por parte de los equipos de seguridad. Cuando estos dispositivos se integran en sistemas en la nube, sus vulnerabilidades no solo persisten, sino que se amplifican.
Configuraciones erróneas en la nube: un catalizador para la explotación
Los servicios en la nube ofrecen escalabilidad y comodidad, pero su configuración requiere precisión. Errores como dejar abierto un depósito de almacenamiento o gestionar mal los roles de Identidad y gestión de acceso (IAM), pueden exponer datos críticos a internet. Según un informe de XM Cyber, el 80% de las vulnerabilidades analizadas se deben a configuraciones erróneas de identidad y credenciales. Este tipo de fallos actúan como puertas abiertas para los atacantes, quienes pueden aprovecharse de las debilidades en IoT para obtener acceso a sistemas en la nube.
La anatomía de las configuraciones erróneas
Las APIs desempeñan un papel crucial al facilitar la gestión de dispositivos y la transferencia de datos en tiempo real. Sin embargo, cuando están mal configuradas o no están adecuadamente protegidas, pueden exponer datos sensibles, permitir la manipulación de flujos de información o abrir caminos para que los atacantes se muevan lateralmente en infraestructuras híbridas. Por ejemplo, las claves API incrustadas en el firmware de los dispositivos pueden ser extraídas por atacantes y reutilizadas para comprometer flotas enteras alojadas en la nube.
Por qué las configuraciones erróneas amplifican las amenazas
El impacto de una mala configuración trasciende los equipos individuales. Por ejemplo, un dispositivo IoT mal ajustado, como una cámara conectada, puede convertirse en un punto de acceso a una red corporativa. Del mismo modo, una nube mal gestionada puede exponer datos sensibles o facilitar que los atacantes escalen privilegios y accedan a recursos críticos.
Estos errores suelen pasar desapercibidos para las herramientas tradicionales de monitorización de seguridad, dejando puntos ciegos que los ciberdelincuentes explotan mediante el uso de herramientas automatizadas como Shodan. Una vez detectados, estos fallos pueden ser utilizados en cuestión de minutos para lanzar campañas de ransomware o botnets a gran escala.
Cuando IoT y la nube se convierten en una combinación tóxica
Está claro que la convergencia de un IoT inseguro con errores de configuración en la nube puede resultar desastrosa. Por ejemplo, un dispositivo económico con conectividad predeterminada a la nube puede sincronizarse con un almacenamiento mal configurado y filtrar datos sensibles o incluso recibir actualizaciones de firmware de fuentes comprometidas.
Las configuraciones erróneas son el talón de Aquiles de la seguridad en el IoT y la nube. Aunque representan una gran proporción de las brechas de seguridad, suelen pasarse por alto frente a vulnerabilidades más complejas. Entender su magnitud y tomar medidas proactivas es esencial para evitar futuras olas de ataques y proteger el futuro interconectado que imaginamos.
Antoinette Hodes, Global Solutions Architect and Evangelist en Check Point Software