¿Es demasiado pronto para hablar de 5.0? La industria 5.0 no es actualmente un tema de conversación candente… ni tampoco la revolución industrial que propone. Es más, el enfoque que pueda dársele a la tecnología no es más que para permitirle trascender los conceptos de productividad y convivir mejor con las nuevas necesidades de la sociedad. La perspectiva es ciertamente prospectiva, aunque algunos temas, como la ciberseguridad industrial, son de gran actualidad.
Los debates sobre la Industria 5.0, en un momento en que las empresas se han visto debilitadas por la crisis sanitaria y operan en un entorno geopolítico incierto, pueden resultar, en el mejor de los casos, desconcertantes; en el peor, inquietantes. Sin embargo, nunca ha habido un momento más idóneo para examinar la capacidad del tejido industrial europeo de hacer evolucionar sus métodos para resistir mejor los cambios medioambientales, sociales, económicos y políticos.
Pese a ello, el concepto está generando ciertas dudas. Muchos industriales no están muy familiarizados con dicha noción, mientras que otros recuerdan que el Objetivo 4.0 es ya un reto en sí mismo. El término Industria 5.0 puede ser un poco inadecuado, ya que sugiere una progresión secuencial. La Comisión Europea aborda el tema en su informe «Industria 5.0 – Hacia una industria europea sostenible, centrada en el ser humano y resistente», publicado a principios de este año. El trabajo es el resultado de una amplia consulta y pretende entender los nuevos retos sociales que tendrán un impacto decisivo en la industria del futuro. Revolución industrial 5.0 o coexistencia entre paradigmas y complementariedad: el objetivo europeo se basa principalmente en la concienciación, y pretende sacar a la industria del prisma lineal de una búsqueda de la producción que se ha vuelto insostenible e inadecuada.
Y como la industria es el mayor contribuyente a la economía europea, al representar el 20% del PIB de la UE, la cuestión principal es reaccionar antes de que se convierta en un coloso con pies de barro que no pueda levantarse en caso de otra crisis mundial.
Empleo, reindustrialización y ahorro de recursos
A la industria europea se le exige que vuelva a centrarse en las personas y que sea sostenible y resistente. El deseo es doble: por un lado, evitar la repetición de modelos productivistas obsoletos y, por otro, luchar por una reindustrialización que es cada vez más difícil en Europa.
La Industria 4.0 ha añadido a las hojas de ruta de los responsables de las empresas una visión tecnoeconómica altamente competitiva cuyos efectos transformadores ya están actuando en todos los estratos de la sociedad civil. La introducción y el uso generalizado de tecnologías (sensores, datos, inteligencia artificial, automatización) están cambiando profundamente los modelos de trabajo, el papel de los seres humanos y la forma de utilizar los recursos. El objetivo de la Industria 5.0 es evaluar las transformaciones introducidas por la innovación con la intención de mitigar sus efectos nocivos; pero, sobre todo, de renovar el papel que desempeña la industria en la sociedad, como proveedora de auténtica prosperidad social, medioambiental y social.
Pero aún no estamos ahí. A pesar de ser un importante empleador, la industria sufre una pérdida de interés cada vez mayor en nombre de la ecología mundial y de la necesidad de encontrar un sentido a la vida profesional. De este modo, algunos estudiantes y graduados rechazan el futuro profesional que les espera y reclaman mayoritariamente un replanteamiento de todos los métodos de producción actuales. Sin la próxima generación de ingenieros, técnicos y trabajadores, la industria europea no logrará su transición hacia el único futuro posible: un futuro sostenible, local y duradero.
Un necesario marco de confianza física y cibernética
La intención de la Unión Europea es utilizar tecnologías de vanguardia para hacer realidad el paradigma de la Industria 5.0 y que sus puestos de trabajo sean nuevamente cotizados. Esto apoya por sí mismo la idea de que esta «nueva normalidad» (en palabras del informe) pretende iluminar el camino ya recorrido a la luz de los nuevos retos, en lugar de renovar sus cimientos.
Interacción hombre-máquina individualizada; biomimetismo y materiales inteligentes; gemelos digitales y simulación; transmisión de datos; tecnologías de almacenamiento y análisis; inteligencia artificial; tecnologías para la eficiencia energética y las energías renovables… el objetivo es combinar el atractivo renovado con los retos climáticos y sociales.
Y la base de todas estas tecnologías son los datos. Datos para tomar decisiones más adecuadas, para comprender mejor, para consumir mejor y con mayor moderación los recursos y para gestionar el día de mañana de acuerdo con las condiciones europeas de sostenibilidad y resiliencia, garantizando al mismo tiempo que se tengan plenamente en cuenta las personas y sus necesidades. Puede que la empresa 5.0 solo exista sobre el papel en la actualidad, pero está arraigada en su forma 4.0, que ya requiere una atención especial a una mayor seguridad… una consideración que es ahora más esencial que nunca si queremos construir una confianza duradera.
La cooperación entre humanos y máquinas requiere en primer lugar tecnologías de seguridad sólidas si quiere afianzarse y garantizar la seguridad de los trabajadores. La confianza en la robótica que asiste y se mueve en torno a los empleados se evaporaría rápidamente ante ataques informáticos capaces de alterar el comportamiento de las máquinas colaboradoras. Y los escenarios potenciales son infinitos: el mantenimiento predictivo, la calidad de los procesos, la solidez de la infraestructura de red subyacente, la fiabilidad de los datos en los que se basarán las decisiones futuras… todo ello representa un reto al que hay que enfrentarse hoy.
Una auténtica seguridad informática para las empresas robotizadas, automatizadas, interconectadas y distribuidas mejora su inteligencia digital y el éxito del modelo de sociedad que reclama la UE.
Vincent Nicaise, director de asociaciones industriales y ecosistemas, Stormshield