¿Puede un usuario bien formado seguir siendo un riesgo para la organización? La respuesta es sí. Por eso, combinar concienciación en ciberseguridad con microsegmentación permite abordar el riesgo humano desde dos frentes: la prevención del error y la contención de su impacto. Este binomio refuerza la resiliencia organizativa con un enfoque proactivo, adaptable y alineado con principios como Zero Trust.
En un momento en que las amenazas digitales evolucionan de forma constante y los entornos corporativos se vuelven más complejos y distribuidos, las organizaciones se enfrentan al reto de proteger a sus usuarios sin comprometer la agilidad operativa. Para lograrlo, cobra especial relevancia la combinación de dos enfoques tradicionalmente tratados por separado: la concienciación en ciberseguridad y la microsegmentación como técnica de control y contención.
A pesar de las campañas de formación interna y los simulacros de phishing, el error humano sigue siendo una de las principales causas de incidentes de seguridad. El objetivo de la concienciación no debe ser simplemente informar, sino modificar comportamientos y fomentar una cultura de prevención. Sin embargo, incluso los usuarios más formados pueden verse comprometidos. Es aquí donde entra en juego la microsegmentación.
Esta técnica, que permite dividir el entorno tecnológico en segmentos lógicos independientes, ofrece un nivel de control fino sobre las comunicaciones entre sistemas, aplicaciones y usuarios. A diferencia de los enfoques tradicionales basados en perímetros de red, la microsegmentación actúa desde el interior, permitiendo aplicar políticas de seguridad adaptativas, que se ajustan al contexto, al nivel de exposición del activo, y al comportamiento del usuario.
La combinación de ambos enfoques permite cerrar el círculo entre la dimensión humana y la tecnológica de la ciberseguridad. Por ejemplo, si un usuario presenta bajo cumplimiento en los programas de formación o ha sido víctima recurrente de simulacros de phishing, es posible ajustar automáticamente su nivel de acceso a través de políticas de microsegmentación. De esta forma, se limita su exposición a recursos críticos sin necesidad de intervenir de forma punitiva, apostando por una gestión dinámica del riesgo humano.
Además, las plataformas de segmentación modernas permiten generar mapas de tráfico y relaciones que ayudan a entender cómo interactúan los usuarios con los sistemas. Esta visibilidad no solo es clave para la detección de anomalías, sino que también puede retroalimentar los programas de concienciación, permitiendo que los equipos de formación utilicen casos reales y datos concretos para reforzar sus mensajes.
Microsegmentación para potenciar la ciberseguridad
La microsegmentación no sustituye la concienciación, la potencia. Es como construir habitaciones con cerraduras inteligentes dentro de una casa con buenos inquilinos: si uno comete un error, el resto sigue protegido. No olvidemos que las organizaciones deben pensar en seguridad como un sistema vivo, donde la tecnología y las personas trabajan de forma coordinada.
Este enfoque también se alinea con marcos modernos de ciberseguridad como Zero Trust, que asumen que ninguna identidad o dispositivo debe ser considerado confiable por defecto. En este contexto, la microsegmentación permite que esa desconfianza constructiva se traduzca en controles concretos, invisibles para el usuario, pero determinantes en caso de incidente.
De este modo, la seguridad debe evolucionar desde un modelo reactivo hacia un modelo proactivo, anticipativo y adaptable. La combinación de microsegmentación y formación en ciberseguridad es un paso decisivo en ese camino. Protege los activos más valiosos, mitiga el impacto del error humano y convierte la ciberseguridad en un activo cultural dentro de la organización.
Esta aproximación contribuye a la construcción de entornos más seguros, conscientes y resilientes, capaces de hacer frente a las amenazas actuales y anticiparse a los desafíos del futuro.
Carlos Baquero Arenal, Consultor Preventa en Serval Networks