La ciberseguridad ha dejado de ser un problema técnico para convertirse en un asunto de Estado. Esta fue una de las principales conclusiones de una nueva sesión del 39º Encuentro de la Economía Digital y las Telecomunicaciones, organizado por AMETIC, donde se abordó el papel de las tecnologías duales (con aplicaciones tanto civiles como militares) en un entorno internacional cada vez más inestable.
Durante la jornada, celebrada dentro del nuevo formato “Tardes de Santander”, representantes del ámbito político, económico, militar y tecnológico debatieron sobre el impacto de la digitalización en la seguridad nacional, el refuerzo de las capacidades en defensa y la urgencia de avanzar hacia una verdadera soberanía tecnológica.
José María Beneyto, presidente de la Asociación Española de Consultoría, y Alicia Coronil Jonsson, economista jefe de Singular Bank, advirtieron de que el mundo avanza hacia una etapa marcada por la desglobalización, la fragmentación política y la reconfiguración de alianzas internacionales. En este escenario, subrayaron, la Unión Europea se enfrenta al reto de reforzar su papel como garante del comercio abierto y como potencia estabilizadora. “Europa necesita construir nuevas alianzas si quiere seguir siendo relevante”, apuntaron.
Defensa y tecnología: una nueva doctrina
Uno de los bloques centrales del encuentro fue la sesión titulada “Reflexión estratégica de las Fuerzas Armadas”, en la que participaron tres altos mandos del Ministerio de Defensa: Fernando Morón, general de División del Ejército de Tierra; Manuel Alvargonzález Méndez, contralmirante de la Armada; y Juan Francisco Sanz Díaz, general de División del Ejército del Aire.
El panel, moderado por Miguel Rego, vicepresidente y CEO de FUNDITEC y exdirector general de INCIBE, giró en torno a que la innovación tecnológica ya no es un complemento en defensa, sino una parte esencial de la estrategia militar.
Los responsables militares subrayaron que el conflicto en Ucrania ha evidenciado cómo los ciberataques, la guerra electrónica y la información como arma han pasado a formar parte del frente de batalla. En este contexto, abogaron por reforzar la cooperación con el ecosistema tecnológico civil y por desarrollar nuevas capacidades híbridas, que combinen lo clásico y lo digital.
España, señalaron, ya ejecuta de forma permanente operaciones de soberanía digital, un reflejo de la transformación doctrinal que vive la defensa nacional en un mundo cada vez más digitalizado.
Tecnología propia para garantizar autonomía
En la sesión final, expertos de empresas como GMV, SIRT e INCIBE debatieron sobre el papel de la industria tecnológica como motor de resiliencia y autonomía estratégica. El panel puso sobre la mesa una prioridad compartida por todos los participantes: la soberanía tecnológica.
El reto ya no es solo proteger infraestructuras críticas o redes. Se trata de garantizar la capacidad de tomar decisiones de forma autónoma, de controlar los flujos de información y de no depender tecnológicamente de terceros países. “Si no desarrollamos nuestras propias capacidades, esa soberanía estará en manos de actores que no siempre son aliados”. Además, reclamaron una mayor agilidad en los modelos de colaboración público-privada para acelerar la adopción de tecnologías críticas en sectores estratégicos.
La sesión concluyó con un mensaje transversal: la seguridad, la defensa y la competitividad económica están más interrelacionadas que nunca. En un mundo donde el poder no solo se mide en armas o en PIB, sino también en quién controla los datos, las redes y los algoritmos, los países que aspiren a mantener su autonomía deberán apostar por una visión compartida entre lo político, lo militar, lo científico y lo empresarial. La soberanía tecnológica, más que una aspiración, se ha convertido en una necesidad estratégica urgente.