El modelado de amenazas (una práctica crítica que muchas organizaciones solo adoptan tras sufrir una brecha de seguridad) debería ocupar un lugar prioritario en las estrategias de ciberseguridad. Así lo subraya un nuevo libro blanco de ISACA, en el que se ofrece una guía clara y práctica para que líderes de TI y ciberseguridad conviertan esta técnica en un proceso operativo continuo y alineado con los objetivos de negocio.
A medida que el panorama de amenazas se vuelve más complejo y dinámico, el threat modeling se presenta como una herramienta eficaz para anticipar riesgos antes de que se materialicen. Lejos de limitarse a la detección de vulnerabilidades, permite evaluar sistemas, arquitecturas y activos desde la perspectiva del atacante, ayudando a reforzar no solo la seguridad, sino también la confianza interna y externa de la organización.
Una responsabilidad que comienza en la alta dirección
El documento de ISACA, organización de referencia en gobernanza y ciberseguridad, recuerda que esta tarea recae principalmente sobre los CIO (Chief Information Officer) y CISO (Chief Information Security Officer). Ambos deben liderar el proceso, implicando al equipo directivo y alineando las estrategias tecnológicas con la gestión del riesgo.
El libro blanco señala tres estrategias fundamentales para implicar a la alta dirección en el modelado de amenazas: Integrar el riesgo en la estrategia del CISO, para identificar y priorizar las amenazas críticas con mayor claridad. Apoyar el crecimiento del CIO conectando la innovación tecnológica con recursos y capacidades de ciberseguridad. Y fomentar la colaboración CIO-CISO, a través de sesiones conjuntas de planificación y formación para alinear objetivos y responder de forma coordinada ante posibles incidentes.
De proceso puntual a práctica continua
Una de las principales barreras para adoptar el threat modeling es la percepción de que se trata de una actividad compleja y costosa. Por ello, ISACA propone cuatro enfoques prácticos para operativizarlo y convertirlo en parte del día a día de la organización: Empezar en pequeño y con un enfoque claro. Centrarse en lo que importa: priorizar amenazas probables y críticas frente a escenarios menos relevantes permite optimizar los recursos. Traducir riesgos en soluciones ya que el valor del modelado está en tomar decisiones y acciones concretas, no solo en identificar vulnerabilidades. Y actualizar periódicamente los modelos es esencial para adaptarse a un entorno en constante cambio.
El modelado de amenazas, de carga a ventaja competitiva
“Las organizaciones más exitosas saben que el modelado de amenazas no es una carga, sino un activo imponderable”, afirma Jon Brandt, director de Prácticas Profesionales e Innovación en ISACA. “Con planificación y acción focalizadas, se erige en un mecanismo poderoso para anticipar riesgos, alinear la seguridad con los objetivos de negocio y construir resiliencia”.
El mensaje del informe es claro: esperar a una brecha para actuar ya no es una opción viable. Incorporar el modelado de amenazas de forma proactiva y transversal no solo mejora la postura de seguridad, sino que refuerza la competitividad, la confianza y la capacidad de adaptación de las organizaciones en un entorno de amenazas cada vez más sofisticado.