La conversación en ciberseguridad está girando hacia cuestiones más estructurales, como la confianza en la tecnología, el control del dato y la capacidad de resistir incidentes graves. En ese escenario, Eutimio Fernández, Regional Sales Manager de Thales Cybersecurity Products, explica por qué 2025 ha marcado un punto de inflexión y cómo 2026 exigirá reforzar resiliencia y soberanía digital en sectores estratégicos y administraciones públicas.
De cara a 2026, Eutimio Fernández anticipa un refuerzo del debate sobre soberanía digital
Desde la visión de Eutimio Fernández, el mercado ha avanzado notablemente en concienciación, impulsado no sólo por el aumento de los ataques, sino también por un marco regulatorio más exigente. Normativas como NIS2, DORA o la futura AI Act están obligando a las organizaciones a tomarse la seguridad como una cuestión estratégica. “Ya no hablamos únicamente de proteger sistemas, sino de garantizar continuidad y confianza”, explica en la entrevista en vídeo, en una lectura que conecta con el tono general de este especial.
Para Eutimio Fernández, el contexto geopolítico añade una capa adicional de complejidad. Los ataques ya no persiguen únicamente un beneficio económico, sino que en muchos casos buscan desestabilizar servicios esenciales o acceder a información sensible. Esta realidad refuerza la necesidad de enfoques de seguridad robustos, especialmente en sectores críticos, donde el impacto de un incidente va mucho más allá del ámbito tecnológico.
El dato como activo estratégico
Uno de los ejes centrales del discurso de Thales es la protección del dato. La expansión de arquitecturas cloud, edge y entornos híbridos ha convertido la confidencialidad, integridad y disponibilidad de la información en un reto estructural. “El dato es el activo más crítico, y debe protegerse allí donde esté”, señala Eutimio Fernández.
Remarca Eutimio Fernández que el papel de la criptografía y la gestión de identidades como pilares de la confianza digital. Desde la protección de claves y certificados hasta el control de accesos privilegiados, estos elementos resultan esenciales para asegurar servicios críticos y cumplir con requisitos regulatorios cada vez más estrictos. La reducción del ciclo de vida de los certificados, el crecimiento de identidades no humanas y la necesidad de cripto-agilidad anticipan retos que se intensificarán en 2026.
Resiliencia más allá de la prevención
En línea con la evolución general del mercado, Eutimio Fernández insiste en que la prevención, siendo imprescindible, ya no es suficiente. La resiliencia implica asumir que el incidente ocurrirá y prepararse para resistir, responder y recuperarse. Arquitecturas redundantes, planes de continuidad y una visión integral del riesgo forman parte de este enfoque, especialmente crítico en infraestructuras esenciales y servicios públicos.
La inteligencia artificial introduce oportunidades, pero también nuevos riesgos. Advierte el directivo de la necesidad de aplicar principios de seguridad y confianza también a los sistemas de IA: protección de modelos, integridad de los datos de entrenamiento y control de accesos. “La confianza en la IA será tan importante como la confianza en los sistemas tradicionales”, apunta, alineándose con una de las preocupaciones emergentes del especial.
Mirando a 2026: soberanía y control tecnológico
De cara a 2026, Eutimio Fernández anticipa un refuerzo del debate sobre soberanía digital. La procedencia de la tecnología, la certificación, el cumplimiento normativo y la capacidad de auditar y controlar los sistemas serán factores decisivos, especialmente en sectores estratégicos. La seguridad deja de ser solo una cuestión técnica para convertirse en un elemento de política industrial y de autonomía estratégica.
La visión de Thales, a través de Eutimio Fernández, refuerza una de las conclusiones clave de este especial: la ciberseguridad entra en una fase donde resiliencia, soberanía digital y protección del dato son inseparables. Garantizar la confianza en los sistemas será tan importante como asegurar su funcionamiento. En 2026, las organizaciones que apuesten por control, cripto-agilidad y resiliencia estarán mejor preparadas para afrontar un escenario cada vez más exigente.















