Se dice que la información es oro y, como tal, nuestra sociedad siempre ha hecho todo lo posible para proteger aquellas cosas que considera valiosas. Dinero, arte, joyas, documentos… pero, ¿cómo se protege algo que no es tangible? En la actualidad, digitalizar y explotar la información tiene un valor incalculable, sin embargo, protegerla se está volviendo cada vez más difícil.
En este contexto, la ciberseguridad se ha transformado en una prioridad para las administraciones y las compañías, pero ¿cómo nos podemos defender en un campo de batalla donde los ataques son cada vez más sofisticados y veloces?
Inteligencia artificial como columna vertebral de la securización
En los últimos años, la inteligencia artificial ha irrumpido con fuerza en el ámbito de la ciberseguridad, transformando radicalmente la manera en la que protegemos nuestros sistemas y activos digitales. Para mejorar el servicio y garantizar la protección, las empresas del sector han comenzado a integrarla en sus estrategias, lo que representa un avance significativo, aumentando la resiliencia y la capacidad de respuesta ante las ciberamenazas. De hecho, según un informe de Grand View Research, se estima que el mercado global de la IA en ciberseguridad alcanzará los 41.160 millones de euros para 2027, con un crecimiento anual del 23,3% hasta esa fecha.
Este crecimiento no es casualidad sino el resultado de una necesidad urgente. A medida que las amenazas cibernéticas se vuelven más complejas y numerosas, las soluciones tradicionales, basadas en reglas predefinidas y respuestas manuales, ya no son suficientes. Los ataques de ransomware, el phishing avanzado, los ataques DDoS y otras formas de cibercrimen se han sofisticado al punto de que muchas entidades se ven sobrepasadas. Es aquí donde la inteligencia artificial entra en juego, no solo como una herramienta de apoyo, sino como un pilar fundamental.
La capacidad de la IA para analizar grandes volúmenes de datos en tiempo real y detectar patrones inusuales es crucial. Estas soluciones pueden identificar comportamientos anómalos que podrían pasar desapercibidos con facilidad. Por ejemplo, un aumento repentino en el tráfico de datos o un acceso inusual a determinados archivos podría ser una señal de que algo no está bien. La IA puede detectar estas irregularidades y, lo que es más importante, puede hacerlo de manera proactiva, anticipándose a posibles amenazas antes de que estas puedan causar daños.
Además, la inteligencia artificial no solo reacciona a las amenazas, sino que aprende de ellas. Los algoritmos de machine learning permiten a los sistemas de seguridad mejorar con cada intento de ataque, adaptándose y evolucionando en respuesta a las nuevas tácticas de los ciberdelincuentes. Esto convierte a este tipo de soluciones en una herramienta no solo reactiva, sino predictiva, capaz de prever y mitigar amenazas futuras.
Inteligencia artificial sí, pero supervisada por expertos
Sin embargo, a pesar de los avances prometedores, la integración de la inteligencia artificial en la ciberseguridad no está exenta de desafíos. Uno de los principales retos es la necesidad de equilibrar la automatización con el criterio humano. Aunque la IA puede procesar y analizar datos a una velocidad y escala inigualables, todavía existe la necesidad de que sean los expertos quienes interpreten los resultados y tomen decisiones críticas. La combinación de la inteligencia humana y la artificial es lo que realmente puede ofrecer una defensa eficaz contra las ciberamenazas.
Por otro lado, hay algo que se ha de tener en cuenta. La inteligencia artificial puede ser pan para hoy y hambre para mañana si no se emplea correctamente, ya que los ciberdelincuentes están desarrollando técnicas para engañar a estos sistemas, manipulando datos o explotando debilidades en los algoritmos. Por lo tanto, es fundamental que las empresas no solo inviertan en soluciones de IA, sino que también se aseguren de contar con un socio especializado que les guie a lo largo del camino y con el que puedan trabajar de forma conjunta en la securización de sus activos digitales.
Ricardo Sanz, Head of Cibersecurity de Evolutio