La seguridad física ha dejado de ser un ámbito operativo aislado para convertirse en una función estratégica dentro de las organizaciones, cada vez más conectada con el negocio, la continuidad operativa y la toma de decisiones. Así lo refleja el Informe sobre el estado de la seguridad electrónica en 2026 de Genetec, basado en las respuestas de más de 7.300 profesionales a nivel global.
Durante la presentación del estudio en España, Rafael Martín, Sales Director Southern Europe de Genetec, explicó que esta evolución está íntimamente ligada a la forma en la que las organizaciones diseñan sus sistemas. En este contexto, subrayó la diferencia entre integrar y unificar. “Un operador puede ver cámaras, control de accesos, intrusión o incendios en una sola pantalla, pero detrás puede haber decenas de fabricantes y softwares distintos. La unificación va un paso más allá: es una arquitectura que gobierna directamente el hardware y permite definir cómo debe comportarse el sistema ante cada situación concreta”, señaló.
Según Martín, esta transición responde a una necesidad operativa real. “Cada vez más clientes quieren menos integración y más unificación. No por marcas, sino por una decisión estratégica sobre cómo quieren operar hoy y en el futuro”, afirmó, destacando que se trata de una tendencia global, aunque especialmente visible en el mercado español.
De proteger activos a aportar valor al negocio
El directivo insistió en que la seguridad electrónica ya no se limita a proteger personas y activos. “La seguridad ya no es un ente aislado dentro de la empresa. Empieza a colaborar con otros departamentos y a convertir los datos en información productiva para el negocio”, explicó. Desde fábricas hasta compañías eléctricas, los sistemas de seguridad aportan hoy información clave para anticipar incidencias, optimizar operaciones y garantizar la continuidad del negocio.
Este cambio también explica el creciente peso del departamento de TI en las decisiones. “Hoy es muy raro que una decisión de compra no pase por TI. En muchos clientes se realizan pruebas de estrés muy agresivas para comprobar si los sistemas son vulnerables o no”, apuntó Martín, en línea con el informe, que destaca la convergencia entre seguridad física y ciberseguridad.
IA y nube: avanzar con criterio
La inteligencia artificial se sitúa por primera vez entre las principales prioridades de inversión de cara a 2026, aunque con importantes cautelas. En este punto, Rafael Martín fue claro: “La IA no está para sustituir a las personas, sino para ayudarlas. No es un modelo predictivo que te diga cuándo va a ocurrir un ataque, sino una herramienta para gestionar mejor la enorme cantidad de datos que ya tenemos”. Los casos de uso más demandados, añadió, se centran en la clasificación de eventos, la búsqueda forense avanzada y la reducción del ruido operativo.
En cuanto a la nube, el mensaje es similar. “La nube no es más que una forma de consumir la seguridad, y no va a ser igual para todos”, explicó, defendiendo un enfoque claramente híbrido. Mientras que pequeños entornos pueden apostar por modelos completamente cloud, las grandes organizaciones combinan infraestructura local y nube por razones de coste, rendimiento y resiliencia.
Proveedores como socios a largo plazo
El informe también refleja un cambio en la relación con los fabricantes: el 73% de los usuarios finales prioriza la viabilidad y estabilidad a largo plazo del proveedor. Una tendencia que, según Martín, responde a la creciente complejidad tecnológica. “Ya no basta con instalar sistemas. Hace falta consultoría, acompañamiento y una visión de largo recorrido”, concluyó.
De cara a 2026, el estudio dibuja un escenario marcado por la modernización del control de accesos, el uso creciente de analítica, la presión regulatoria y la escasez de talento, pero también por una seguridad electrónica cada vez más integrada en la estrategia empresarial.
















